Ana en Kenia: «un viaje solidario nunca se olvida»
«Me encanta el proyecto de Kenia porque, durante tu viaje, pasas todo el día dentro del orfanato. Convives con los niños y niñas siempre que se pueda.
Lxs volntarixs nos levantamos temprano, a las 7 de la mañana, para desayunar en casa de Julius y Tabitha, fundadores del proyecto. El resto del día se pasa volando: hacemos actividades con los niños o preparamos materiales para las clases (por ejemplo, carteles educativos).
Por las tardes, cuando terminan las clases, ayudamos a los niños y niñas a hacer los deberes. Se quedan hasta la noche haciéndolos, así que siempre agradecen nuestra ayuda. Los fines de semana jugamos con ellos o los llevamos de paseo, siempre y cuando tengan terminados sus deberes.
Al estar todo el día con ellos, estrechamos lazos y vemos de cerca cómo es su día a día. Les vamos conociendo poco a poco y a la vez ellos te van conociendo más a ti.
Este año era la segunda vez que iba al orfanato y lo que más me ha gustado ha sido volver a estar con ellos, ver cómo han crecido. Los mayores han madurado mucho. Me ha encantado ver cómo cuidan de los más pequeños, ¡han adoptado casi el rol de padre/madre! Los pequeños les muestran mucho respeto.
Estar con los niños, jugar con ellos, verles sonreír, los abrazos que te dan y el cariño que transmiten es lo mejor del viaje. Al final ellos te dan más de lo que tú les das a ellos.
Aventuras en la colada
Este año varios niños se pusieron malos. A pesar de haber llevado medicación básica, había enfermedades que necesitaban un tratamiento antibiótico específico con el que no contábamos. Recuerdo la primera vez que acompañé a Julius al médico con una niña. Me impresionó muchísimo como era el centro de salud: muy rudimentario y con escasa salubridad. También me impresionó el método de atención que tienen: una vez te ve el médico, tienes que ir a comprarte la medicación inyectable a la farmacia más cercana y llevársela para que la administrarse. La medicación oral te la daban solo para los días que se necesite.
Me hacía mucha gracia cuando, a la hora de hacer la colada con los niños y niñas, nos decían que la lavábamos mal y se reían. Nos enseñaron y cuando lo hacíamos bien, nos aplaudían. ¡Para ellos era un logro habernos enseñado!
¡Mi segundo verano en el orfanato!
Repetí el viaje porque el año anterior me quedé encantada con el proyecto y con los niños. Realmente no cambiaría el viaje a Kenia por nada :). Siento que los niños ya forman parte de mi vida y animaría a todos a ir a conocerlos. Estoy segura de que se quedarían encantados al igual que yo. ¡Ya estoy pensando en cómo ahorrar para volver a ir!
Un viaje solidario nunca se olvida
Los viajes solidarios son muy enriquecedores. Vas con un montón de ideas y de cosas por hacer pero al final ellos te dan más a ti. Son viajes que recomiendo 100% porque te ayudan a salir de tu burbuja de comodidad y a ver otras realidades. No es lo mismo verlas por la tele, porque te impactan en el momento pero luego se te olvidan. Un viaje realmente impacta, pero luego, nunca se te olvida. Esa es la gran diferencia entre viajar y no viajar: experimentar por ti mismo todo lo que sueles ver en los medios de comunicación.
Por último, me gusta la cercanía de las chicas que dirigen Tumaini. Se nota que los recursos que se recaudan van directos a su destino. He podido ver con mis ojos cómo se han mejorado las instalaciones del centro. Es verdad que aún quedan muchas cosas por hacer, pero en un año he visto una diferencia muy grande.»
Ana, viaje solidario en escuela y orfanato de Nairobi (Kenia), julio 2016