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La experiencia de Neskuts colaborando en nuestro proyecto medioambiental de Pokhara

La experiencia de Neskuts colaborando en nuestro proyecto medioambiental de Pokhara

La experiencia de Neskuts colaborando en nuestro proyecto medioambiental de Pokhara

 

Pokhara: Un oasis de paz a los pies del Himalaya

Pokhara, la segunda ciudad más grande de Nepal, se alza como un oasis de paz a los pies del majestuoso Himalaya. Rodeada de colinas verde esmeralda y bañada por las aguas cristalinas del lago Phewa, Pokhara ofrece un refugio natural para quienes buscan escapar del bullicio y conectarse con la naturaleza.

Un paraíso para los aventureros, para los amantes del senderismo y la aventura. Desde aquí parten rutas de trekking que te llevan a explorar las cumbres del Annapurna y el Dhaulagiri, dos de las cordilleras más impresionantes del mundo.

Un remanso de paz si buscas un lugar para relajarte y disfrutar del paisaje. Pasear en barca por el lago Phewa, disfrutar de un picnic en sus orillas o simplemente contemplar la majestuosidad del Annapurna reflejada en sus aguas cristalinas.

Descubre la experiencia de Neskuts en Pokhara, colaborando con una granja orgánica cuyo objetivo es producir alimentos de forma orgánica, poner en marcha un sistema de energías renovables y usar de forma sostenible los recursos a nivel ecológico, económico y social. También pretende educar a las familias del entorno para que cada vez más personas cultiven de forma más sostenible.

El día a día en el proyecto

Las tareas a realizar en la eco farm variaban de un día a otro, pero los horarios se mantenían. Ellos madrugan bastante, pero yo me levantaba hacia las 7 h de la mañana y solía ayudar a Chetana en la cocina a preparar el desayuno y la comida. Sobre las 8 h desayunábamos y después comenzábamos con las tareas diarias: primero, fregar los cacharros y luego, dependiendo del día y de la climatología, trabajábamos en la huerta quitando hierbas y escardando, limpiando las diferentes parcelas y preparando la tierra para los cultivos de invierno; otras tareas eran voltear la tierra, cortar leña, regar, remover el compost…; si llovía, desgranábamos soja o maíz, pelábamos ajos y troceábamos las verduras necesarias para preparar la comida, usábamos el molino manual para moler sal, o bien descascarillar las lentejas y las alubias…

Por la mañana trabajábamos hasta las 12:00 más o menos, y hacia las 12:30 comíamos, después teníamos tiempo libre para leer, echar la siesta… hasta las 16:00. A esa hora tomábamos el té y después trabajábamos un rato más hasta el «mosquitoes time». Cenábamos a las 19:30, fregábamos y hasta las 21:30 solíamos jugar a las cartas, charlar…

Recuerdos con una familia muy especial

Todos los momentos vividos con la familia y los otros voluntarios han sido muy bonitos y especiales para mí, pero por mencionar alguno, la fiesta del Dashain en la que participamos con los vecinos de la zona yendo al templo y bailando con ellos, el día en que se honra a la familia y se pone la ´tika´, el día que sacamos el tocón de un árbol del jardín tras pasar la mañana y parte de la tarde cavando alrededor, el día que trajeron la lavadora y no acertábamos a ponerla en marcha y cuando lo conseguimos empezó a dar saltos porque las patas estaban desniveladas …

Una experiencia transformadora

La oportunidad de haber convivido con una familia nepalí y haber compartido el día a día con ellos. Govinda y Chetana son unos anfitriones estupendos, te hacen sentir como en casa. A ello hay que sumar la localización de la eco farm… el lugar es un paraíso, un remanso de paz y tranquilidad. El modo de vida es muy sosegado, «nepali way», como nos decía Govinda, sobran las prisas. Otra cosa que me ha encantado es la comida, mayoritariamente vegetariana y 100% orgánica y saludable, de la huerta al plato. Además, Chetana es una cocinera fabulosa.

 

 

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